El fauno
(por Emilio Nicolás)
Yo no dije su nombre,
no recuerdo haberlo llamado.
Sólo sé que allá en el bosque,
me perdí una noche
sin haberme encontrado.
Pisando hierbas vivas
y esquivando árboles altos
fue cuando vi su rostro,
sin haberlo llamado.
Yo no dije que lo quería,
ni que lo estaba buscando
pero lo vi en aquel momento,
tan solo y abrumado
y él me vio como a un espejo,
aburrido y asustado.
Él tenía sus quehaceres
su alimento, su trabajo
yo tenía mis papeles
aún así desordenados.
Pero ¡qué más daba!
teníamos la noche
y al reloj congelado.
No había nada
que se interponga al momento
se alimentaba de mis risas
y yo de su contento.
Y así fue que cada noche
sin querer yo me perdía
en ese mismo bosque
para beber de su simpatía.
Y deseaba yo, secretamente
hacer eternas las lunas
que no haya sol, sólo penumbras
y ver su rostro sin cesura.
Pero el hechizo que hacía
cruzar los dedos, cerrar los ojos
no era suficiente
y quedaba sólo en un antojo.
Entonces al alba
me acostaba pensando
en que quizás la luna
se encapriche en quedarse más rato.
De no ser así, y mientras tanto
no faltaba momento
en que el sol se escondiese
y asome de nuevo mi rostro.
Entre los árboles, buscando
a aquel fauno tan raro
que bailaba conmigo
mientras se encendía el faro.
Lo bello, dijo el viento
se oculta en lo incierto
más buscarlo es un reto
y perderlo... es lo cierto.
Más el fauno no sabe
de la existencia de un sitio
donde lo busco y lo encuentro
cuando duermo, cuando duermo
ahí está y ahí es eterno.
Mientras tanto, mi ángel prohibido
cuando durante el día cruzo los ríos
y siento un par de ojos al acecho
sé que estás ahí, quieto
esperando
lo que yo espero.
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(por Emilio Nicolás)
Yo no dije su nombre,
no recuerdo haberlo llamado.
Sólo sé que allá en el bosque,
me perdí una noche
sin haberme encontrado.
Pisando hierbas vivas
y esquivando árboles altos
fue cuando vi su rostro,
sin haberlo llamado.
Yo no dije que lo quería,
ni que lo estaba buscando
pero lo vi en aquel momento,
tan solo y abrumado
y él me vio como a un espejo,
aburrido y asustado.
Él tenía sus quehaceres
su alimento, su trabajo
yo tenía mis papeles
aún así desordenados.
Pero ¡qué más daba!
teníamos la noche
y al reloj congelado.
No había nada
que se interponga al momento
se alimentaba de mis risas
y yo de su contento.
Y así fue que cada noche
sin querer yo me perdía
en ese mismo bosque
para beber de su simpatía.
Y deseaba yo, secretamente
hacer eternas las lunas
que no haya sol, sólo penumbras
y ver su rostro sin cesura.
Pero el hechizo que hacía
cruzar los dedos, cerrar los ojos
no era suficiente
y quedaba sólo en un antojo.
Entonces al alba
me acostaba pensando
en que quizás la luna
se encapriche en quedarse más rato.
De no ser así, y mientras tanto
no faltaba momento
en que el sol se escondiese
y asome de nuevo mi rostro.
Entre los árboles, buscando
a aquel fauno tan raro
que bailaba conmigo
mientras se encendía el faro.
Lo bello, dijo el viento
se oculta en lo incierto
más buscarlo es un reto
y perderlo... es lo cierto.
Más el fauno no sabe
de la existencia de un sitio
donde lo busco y lo encuentro
cuando duermo, cuando duermo
ahí está y ahí es eterno.
Mientras tanto, mi ángel prohibido
cuando durante el día cruzo los ríos
y siento un par de ojos al acecho
sé que estás ahí, quieto
esperando
lo que yo espero.
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Y deseaba yo, secretamente
ResponderEliminarhacer eternas las lunas
que no haya sol, sólo penumbras
y ver su rostro sin cesura.
hay me encantoooooooooo!!! muchooo... esta hermoso emilio... u_u tan triste... ninguna frase es desperdicio. capturaste en palabras una historia atrapante. no podía parar de leerlo ^^
lloraré :( gracias flor!
ResponderEliminarSolitario, Sensible, surrealista, Sincero, Tranquilo, Melancólico, despistado, Libre.
ResponderEliminarte falto una cosa.. muy importante
cuál?
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