lunes, 28 de septiembre de 2015

La casa oscura



La casa oscura
(por Emilio Nicolás)







Alguna vez fui rey de tu casa oscura
a ciegas bailé sobre mi trono, con las luces apagadas
y reí mientras todo, entre paredes flotaba y se escurría
los cuadernos, los almohadones, los gatos siameses, las películas

Y cada tanto, muy cada tanto me veías
porque cada tanto, muy cada tanto 
cuando la música sonaba que hacía grietas por todos lados
agarrabas el flash que tenías guardado y lo encendías

Intermitente, mirándote, con las pupilas hacia arriba

[ Tan inocente ]

bebiendo de la más helada, la más fría 
margarita

Yo tan feliz en mi reino en la casa oscura

donde nada podía oírse
por los ruidos ahogados
en mis oídos

donde nada podía ser descubierto
por el flash apuntando directo
a mi retina



sábado, 26 de septiembre de 2015

Vos y yo

Vos y yo
(por Emilio Nicolás)







A donde se haya ido tu identidad del pasado
la mía se fue con vos
donde estábamos frente a un escenario, los dos sentados
en una noche de mucho calor
Un hombre, un extraño, se desnudaba sin estupor
vos lo miraste, cuidaste mis ojos y dijiste
¿perdón?
Debilitado ante tu ingenuidad yo... yo
contuve la risa lo más que pude pero fuiste excepción
y a mi rol de adulto letrado en una risa ahogada le dije adiós
¡Ah! Las noches, durante dos semanas, en Córdoba fueron así
No había peligro, oscuridad y ardor
las calles empinaban hacia arriba y en el silencio
en el silencio
así como te recuerdo
éramos vos y yo 


 

lunes, 21 de septiembre de 2015

Coldwave (A single moment was enough to create this)



Coldwave
(A single moment was enough to create this)
(por Emilio Nicolás)









Ya está concluido, cerrado el proceso. Fue un trabajo en conjunto, por fin. Sí, por fin hicimos algo juntos. Pero el resultado final está fuera de tu alcance. De todas formas dudo, que tengas principios para elevar una sola útil observación. 

Ahora yo lo miro. 

Ahora, sí, lo estoy mirando. Se hamaca sobre una cama nueva, con un colchón de resortes. Sus pies no llegan al suelo, pobrecito. Sonríe, con la lengua afuera, es inteligente, señor Frankenstein, nuestro nuevo invento. 

Sí, porque ahora el muchacho sale del baño, cerrando inútilmente el botón superior de su jean y piensa lo mismo que vos pensarías ahora. Pero, dejame decirte que yo tengo un poco más de criterio y ahí está, nuestra criatura, simulando un potencial tan escaso como el tuyo, como el nuestro. Adentro se encierra una bestia, un demonio más allá de nuestro entendimiento. Pero el muchacho jamás lo notaría y no parece importarle su expresión de enajenamiento y lo toma en brazos y lo envuelve en sábanas y ahí está, haciéndolo suyo, como cada muchacho diferente, cada día. Como cada momento.

Y miralo, a nuestro experimento, saltando, gimiendo, sudando y absorbiéndolo todo. Tal como hiciste alguna vez, cuando apenas iniciábamos el proceso. Ahora el muchacho lo puso de espaldas y lo aplasta con todo el peso de su cuerpo. Sí, es algo masoquista nuestro nuevo niño ¡A que lo dabas por cierto! Con cada puja, con cada movimiento, nuestro hijo, por así decirlo, está llenando el vacío profundo y hueco que plantaste cuando saliste corriendo. 

Aquel día, el laboratorio se puso frío y negro y el embrión expulsó burbujas a borbotones, dentro de su cápsula de ensueño. Y al cabo de unos segundos ya estaba fuera. Ya estaba dentro. Me pregunto desde dónde estarás ahora, viendo esto. 

Ahí está, nuestro pequeño, una vez más, saltando, como si jugara, sobre otro miembro. Lo atraviesa una y otra vez como una espada directo al pecho. Pobrecito. Suda una vez más, se agita cuando exhala y cierra fuerte los ojos cuando toma aire, como si inhalara veneno a sabiendas de lo que está haciendo ¿Alguna vez sentiste algo así? 

Las ventilaciones dejaron de funcionar, entonces, en todo el establecimiento, me miró y me rogaba por un poco de aire con sus ojos sedientos pero no pude darle nada, porque confiaba en que estarías el día del nacimiento. Yo no estaba preparado para tanta responsabilidad. Para tato sufrimiento. 

Ahora tengo todo claro: Para que naciera, era necesario que tu máscara cayera al suelo, que abandones todo y me dejaras atónito, cual detective, buscando las pistas de tu repentino cambio, de tu arrepentimiento. Sí, vos sos el padre principal de este nuevo invento. Miralo ahora, succionando a otro muchacho hasta la garganta, sin soltarlo, como si no necesitar tomar aliento. La saliva caliente cae a chorros, sobre el suelo y el muchacho no parece resistirse a darle, de esa forma, todo el sustento 

¡Se lo está comiendo! 

Pero el muchacho, de nuevo, toma control de todo y hace lo que quiere con nuestro pobre invento hasta acabar por agotarlo, por llenarle el estómago y dejarlo ahí, tirado en el suelo. 

Menos mal que recobra energías al instante y se prepara para otro encuentro. 

Me pregunto si estarás tan orgulloso como yo. Nuestro invento ahora ni se percata de que se rompió la calefacción y ahora hace en la habitación un frío tremendo. Según mis investigaciones su sangre se enfría cada vez más con cada encuentro. salió al padre ¿verdad? Sin embargo yo creo que este es, aún, un embrión, la inconclusa etapa de una nueva criatura que emergerá cuando termine el invierno. Mirala ahora, mirándose al espejo ¿Me veo bien? ¿Me extrañaste todo este tiempo?









viernes, 18 de septiembre de 2015

A Claudia



A Claudia
(por Emilio Nicolás)





Por acá los chicos juegan en el patio del recreo y yo espero a que entren para otra que otra jornada de trabajo continúe. Desde que ocurrió todo ahora trabajo más, podría decirse que son muchos, los que ahora tienen que agradecerle a su hijo mi disponibilidad más amplia, empezando por mí. Aunque solo sería una excusa para volverlo a ver ¿sabe?

Desde la ventana veo al sol radiante y siempre que percibo sus rayos de luz, infiltrándose entre las ramas y hojas de algún árbol pienso en el río... o mejor dicho, en un río, uno cualquiera. No, uno cualquiera no, uno donde hayamos estado alguna vez, y lo pienso caminando, así medio torpe, apresurado, como solo sabía caminar, y lo pienso con sus lentes de sol que me causaban gracia. Lo pienso, todo el tiempo.

Seguramente ahora la estoy utilizando como una excusa, una ventana para asomar la cara entera, con los ojos cerrados, y volverme a esconder. No quiero saber nada. Nada de nada, pero quiero estar ahí, de nuevo, quiero volver. Cuando, por las noches, me recuesto en la completa oscuridad sobre mi nueva cama (oh, sí, tengo una nueva, de dos plazas de hecho, ¡Todo el cuarto está nuevo) imagino de golpe, de nuevo, su entrada... la de su casa. Imagino el portón, completamente cubierto, imagino las macetas justo frente a mis ojos, y la ventana siempre con la persiana cerrada. Imagino la pesada puerta, con la cerradura rota, imagino el garage, la ropa colgada, el aro de basket... y sigo caminando a mi izquierda y salgo a la luz del sol... el baño detrás mío y por delante su puerta. Y tiemblo 

¡No sabe cuánto tiemblo! ¡Miles de preguntas van y vienen, de nuevo! ¡No me dejan en paz!

¿Cómo fue capaz? Pasaron tantos años, tantos días, tantos momentos en que, en cámara lenta bajo el sol de algún verano yo acariciaba su brazo y dialogábamos sobre alguna pavada, yo lo aconsejaba para que no fuera tan ingenuo, yo lo miraba a los ojos cuando le hablaba. Yo no me acercaba mucho, en realidad, no corría a abrazarlo ni lo besaba, pero ¡Cuánto puedo jurarle! Cada segundo al lado suyo yo me sentía seguro y pleno y ahora no hago más que taparme hasta las narices y pensar de nuevo en cada centímetro de la casa y temblar de miedo.

¿Acaso el mundo es así de siniestro? He de decirle que si el mundo aún me da razones para recordarme lo filosas que son sus rosas, yo todavía no me pongo los guantes de cuero, riego las plantas con mi sangre y las dejo florecer, mientras las miro de lejos. Quizás sea el equilibrio perfecto, ¿será? 

Para algunos el destino es incierto y para otros... para otros acaba siempre igual, y nos esforzamos por no saberlo. Me pregunto cómo estará su pierna ¿está haciendo el tratamiento? Acá vienen los chicos a saludarme ¡Como si fuera que no nos hubiésemos visto antes! Si me viera, ahora, Claudia, usted, que me dijo alguna vez que yo era como su hijo, ¡Cuán orgullosa estaría en este momento!

Lo difícil de todo esto es elegir extrañar y no querer acercarme, porque el miedo no se va, porque su hijo tampoco, de mis recuerdos ¡Y mire que lo intento!


Y la sirena se volvió pez



Y la sirena se volvió pez
(por Emilio Nicolás)





Y el bosque se abre de par en par en la noche. Un tenue rayo de luz de luna me deja ver hacia dónde voy, aunque no tengo idea, yo solo voy.
Voy asustado, perdiendo el ritmo de mis pisadas violentas, perdiendo el control. Tanto tiempo haciéndome tu mascota y ahora huyo del hogar que me acogió, como si fuera a encontrar algo más.
Pero heme aquí, iluminado por un solo fulgor, libre al fin y presa del miedo de la no noción. Cientos de rugidos se oyen a diestra y siniestra, yo solo voy. Adiós a tu mano sobre mi cabeza, adiós a dormir sobre tu rodilla y girar las órbitas de mis ojos en torno a tu mentón. Adiós a tu mirada al horizonte y no a mí, adiós al calor.
Y el bosque se abre de par en par y siento el frío de mi propio sudor, el aire se corta en mi garganta y me hace jadear, jadear una vez más y caer. Respiro la tierra y el pasto acaricia mis mejillas enrojecidas mientras tomo aire, saboreo sangre y sueño con que vas a volver. Mis ojos se cierran y pierdo la razón, los rugidos no paran, hay peligro a mi alrededor.
Soy una cosa diminuta en la vastedad de la que tanto tiempo me escondí. No más refugiarme bajo tus sábanas, no más cerrar mis ojos al calor de  tu pecho, ahora la tierra me abraza y me pongo de pie, sacudo mi cabeza y la suciedad vuelve a caer. Allá sigue el fulgor y de nuevo yo corro, lejos de vos, lejos de la mentira de la seguridad que albergaba tu falso amor, hecho de sordidez; lejos de tus silencios ahora abrazo cada rugido que amenaza con matarme; lejos de todo, lejos de lo que solía ser...


 

viernes, 4 de septiembre de 2015

Andate





Andate
(por Emilio Nicolás)




Andate, juntá tus cosas y andate
Andate, por lo que más quieras
detené el palpitar en la cabeza, tomá aire y relajate
Salí a fumar un pucho si te distiende
salí conmigo, no pasa nada, no viene
¿O ese el el problema?

Andate, haceme caso, 
por lo que más quieras
Andate, ya está todo guardado, 
aún falta para que amanezca

Andate, que el sol se pone
y los trenes están rugiendo
Andate y que no te importe
que atrás tuyo nadie
nadie
va a ir corriendo

Andate, no va a detenerte
Andate y que vea lo que se siente
Dejalo solo, se lo merece

Ahora te estás yendo
con el sol cuando atardece
Apretás las cintas de la mochila
con los puños, bien fuerte
y te subís al colectivo y mirás para atrás 
yo te dije
Andate ahora y no vuelvas
No vuelvas
Andate, por lo que más quieras
Si te querés a vos mismo
Lo vas a hacer sin que después
te arrepientas