sábado, 19 de diciembre de 2015

Alles Gute zum Geburtstag



Alles Gute zum Geburtstag
(por Emilio Nicolás)





Te regalo los recuerdos que construí con vos
te regalo las piedras de colores, mojadas bajo el sol
te regalo las calles de tierra de sangre y el calor
te regalo las noches, verte dormido con el ventilador
Te regalo las fiestas y la sensación de protección
Te regalo haberte pensado mío, caminando junto a vos
Te regalo mis sueños, cada noche y el fervor
te regalo verte niño, como nadie te miró
te regalo lo que quieras, mi paciencia, mis oídos
absolutamente toda mi comprensión
Te regalo los pasajes a la misma estación
Te regalo toda mi voluntad de cambiar para mejor
Mis anhelos de proyectos, nuestra casa, nuestro colchón
Te regalo mis esperanzas de que durásemos un año más o dos
Te regalo todo lo que nunca nadie va a darte, un día como hoy
te regalo, en su estado más puro, 
más triste,
mi entero amor
porque a mí ya no me sirve, porque me causa dolor
porque me sigue a todos lados
a donde voy
Porque creció tanto que mi suelo se quebró
porque lo quiero, pero no así, no sin vos
Te lo regalo para que sepas
que por vos
y solo por vos
ya no estoy
ya no soy



martes, 15 de diciembre de 2015

Ni en la salvación

Ni en la salvación
(por Emilio Nicolás)







No. Solamente le dije que no, y me miró extrañado, esbozó una sonrisa incapaz de ocultar el descontento y suspiró. Y quise escapar de su sentencia, así que puse mis brazos alrededor de mis rodillas, hice acercar más mis talones a mi encogido cuerpo y volví la mirada a los autos, que iban y venían, incontables. 

Hizo lo mismo, y me sorprendió. Reí a propósito, por medio segundo y eso lo hizo reír. Mientras en su cabeza la esperanza bailaba con destellos en la mía se apagaba más el fulgor.

Me preguntó la razón y le dije que nunca había llamado mi atención. Parecía que aquello le importaba demasiado, tanto como para considerarlo una traición. Aún así se quedó conmigo mientras se ponía el sol. Se quedó conmigo, con la estatua que ya no se permitía una salvación.

Alto, como ninguno (inevitable comparación) aún ambos sentados giraba su cabeza hacia el suelo para captar mi atención. Me vi reflejado en sus pupilas, vacío de emoción. Cómo desperdicias tu tiempo, le dije, casi cantándolo, como si fuera una canción. Y se quedó un rato más, hasta que se cansó.

Y cuando ya no estaba y la noche era un manto que envolvía la ciudad lo volví a imaginar sentado a mi lado e hice algunos cambios a la situación. Yo reposaba en sus piernas, mirándolo fijo mientras me contaba de sus actos rebeldes, cuando iba a la escuela solo para buscar un nuevo tema de discusión.

Y yo me burlaría y lo provocaría para terminar rodando por las escaleras hasta ser uno, los dos. Luego me acompañaría a tomar el colectivo a casa y en el camino le avisaría por dónde voy, mientras mi sonrisa estuviera pegada captando todas las miradas alrededor.

Sí, eso hubiera pasado, pero entonces se borró en mil lucecitas de un solo color y del mismo brillo otra figura se dibujó. Ahora estábamos los dos, de nuevo, en el silencio del dolor. Pero yo me sentía a gusto, porque hacía tiempo que no sentía la misma sensación, aún a pesar de las mil y un peleas en un solo año, en una sola traición.

Reí solo, mientras todos pasaban y comprendí que algo estaba mal. La figura se reía conmigo y me abrazaba, me decía lo mucho que me quiere mientras en sus ojos se reflejaba mi rostro de decepción. Ya no sería lo mismo, ya no podría mirarlo como lo miraba hasta hoy. Ya no podría verme como me vi hasta hoy, en el reflejo de un charco de agua, imaginando, estático, sin recurrir a la acción.

Me puse de pie, de golpe, mientras la figura se borraba de vuelta, y con los ojos quise encontrarlo de vuelta, pero hacía horas que se había marchado, con el silencio de mi respuesta a la pregunta de la ocasión:

¿Te gustan los superheroes?

No. Solamente le dije que no.

jueves, 10 de diciembre de 2015

Ojo del huracán




Ojo del huracán
(por Emilio Nicolás)





Ah, ¿Adónde habrá ido el silencio de las noches de verano, a cientos de kilómetros de casa?
Dormías, sumido en el embriagado ensueño y yo miraba las estrellas, tres veces más grandes
Algún que otro perro ladrando a lo lejos y el vacío entero gritando desde las sierras ennegrecidas, cortando el cielo
Azul y silencio, un vaso en la mano y el golpeteo del hielo. Tus ojos cerrados, guardando secretos
Los míos, seguros y abiertos, aún durmiendo
y permití que el suspiro cortara el hechizo, necesitaba que alguien escuche mi estado pleno
Mi pecho se inflaba y desinflaba, completamente satisfecho, mientras yo me hacía más y más pequeño
en mi inocencia, justo en el corazón del mismo infierno


lunes, 30 de noviembre de 2015

Mi amor



Mi amor
(por Emilio Nicolás)




Hubiese querido no hacerlo, pero ocurrió
De vuelta, el verano
De vuelta el amor
que, de seco que estaba
volvió a nutrirse de agua de río
por aquel dos mil trece
antes, mucho antes del temblor
Despacio, comenzó a moverse y como si de una raíz seca se tratase
A la caricia de la lluvia, de nuevo lo vio

Lo vio sentado sobre un paredón
la gente pasaba por todos lados en la ciudad del calor
Lo vio, pensativo
ahora pienso que no
Lo vio a los ojos, esperando
mientras miles de ausentes caminaban alrededor
y yo no podía quitarle los ojos de encima
era la salvación
Y aunque estuviese disgustado
yo lo quería así, caprichoso
enojón
miraba al cielo, miraba la grava, miraba a nada
a la absolutamente nada
y yo miraba sus ojos
esperando
que su mirada se cruzara con la mía
y que comprendiese lo que era
mi amor

Fresco, como mis pies cuando tocaron el río
Claro, como el reflejo del sol
que brillaba sobre ambos
en el falso estupor

Las rocas estaban duras
como su corazón

¡Ah, juro que no quise! ¡Que no hubiese querido hacerlo!
Pero el dolor me obligó
de nuevo lo vi sobre el camino de sierras 
pintándose atrás
cortando el cielo
cortando las aguas
cortándolo
muy de a poco

Se hizo uno con los demás
y se fueron sus pies
sus piernas
sus delicados brazos
su torso desnudo
sus hombros pelados
y antes de que pudiese ver
por última vez
sus ojos

Desapareció

De nuevo la habitación
De nuevo el verano
el mismo calor
el silencio entre muros
enrojecidos, furiosos
que esperan
muy en vano
verlo de nuevo
mientras se seca
abruptamente
de nuevo
la raíz
que alguna vez
orgulloso
vital
le puse de nombre
amor



Maldito seas, mi amor, que aún no mueres y me obligas
a esperarlo mientras le digo a todo el mundo
que no






domingo, 29 de noviembre de 2015

Te extraño



¡Y cuánto me arden los labios cuando lo digo!
Se eleva en mi aliento que en pleno verano tiembla de frío
y sube a los cielos oscuros, se mece con el viento
y allá va
esperando encontrarte
de nuevo
para terminar perdiéndose
en el vasto
vasto
muy vasto

(no voy a volver a verte
nunca más)

universo






Te extraño
(por Emilio Nicolás)


sábado, 31 de octubre de 2015

Un segundo


Un segundo
(por Emilio Nicolás)




Un segundo y termina todo
Un segundo y al siguiente no te (nos) importa nada
Un segundo y te estás vistiendo al siguiente
y al otro te estás yendo y yo
yo miro al sol ponerse

Un segundo que buscamos por horas
por años
Un segundo que vio mil atardeceres
entre las sierras
o tras ellas
Un segundo, contra la pared
con la fuerza que imponías
una y otra vez
contra mi fragilidad elástica
relajada
sin desgarros
sin tensiones

Contra mi inacabada certeza

Un segundo que tardó años
ahora el silencio es un segundo
que dura otros tres años
y la mitad de uno más, que queda colgando

Un segundo
tu ridículo orgasmo
tu suspiro caliente
Un segundo y al siguiente
ardemos tabaco
o solo yo
en la habitación blanca
oscura
grande
diminuta
hiriente

Un segundo
tu cuerpo desnudo
uno más
un susurro
Un poco de agua corriendo
Frío en mis manos
Un segundo
Mis muslos helados
Ni un solo abrazo
Un segundo y caigo dormido
dándote la espalda
con las rodillas flexionadas
y sujetas
solamente
por mis fríos
y escamados
brazos


lunes, 26 de octubre de 2015

¿Refugio?



¿Refugio?
(por Emilio Nicolás)







Sí, en el pico más alto de esta colección de abismos, de estacas apuntando al rojo cielo, de estacas que soportan los fuertes vientos me paro y lo digo: de todos los males que pudieron metérseme dentro y carcomerme entero fuiste el mejor albergue, el útero perfecto. Y yo era un parásito en posición fetal, hundido y ahogado en tus flujos ácidos, durmiendo y sonriendo y durmiendo y sonriendo.

Mojado y desnudo, como me encuentro, tu coraza vacía yace en algún lugar de este olvidado infierno. Porque cambiaste de piel y te fuiste nuevo, o bien hecho huesos, pero dejaste abandonada tu maqueta perfecta, el ideal contorno de tu cuerpo, recostado con los ojos cerrados sobre un colchón de piedras donde ya no entro. Te miro desde arriba, desde lo lejos, o bien miro lo que alguna vez fuiste y alrededor ya no hay más que picos y vientos y picos y vientos. Desnudo y mojado, como me siento, mi piel arrugada se corta más conforme pasa el tiempo.

Y no tiene sentido preguntarte la razón para no aguantar más este juego que, nos escondía a los dos, muy adentro. Ahora, ante el inminente peligro vos estás por un lado y yo por el otro, deseando haber resistido un poco más, al menos, no enfrentar mi destino y jugar con vos un momento (solo uno más) un momento.

Si alguna vez lo dije, ¡No sabés cuánto (ahora) lo lamento! Tarde o temprano cada uno ha de enfrentar su destino y en ese entonces ya no hay recovecos. Así que, allá pueden aguardar los escondites ¡Aunque no quiero! Me paro en lo más alto y lo digo: de todos los males que pudieron metérseme dentro y carcomerme entero... fuiste el mejor albergue, el útero perfecto.





sábado, 24 de octubre de 2015

Nada que perder. Nada que ganar



Nada que perder
Nada que ganar
(por Emilio Nicolás)






La chica que viaja al río y se hace mil preguntas
en el camino. 
La chica que espera, como si de toda una vida se tratase
como si fuera una eternidad.
La chica que es chica, tus ojos dicen, mientras entrás al cuarto.
La chica que, yo entrando también, caminando de espaldas, mirando tu sonrisa
(o tu intento fallido) te digo,
está perdiendo lo que le queda por perder.

Absolutamente nada.

Y como yo tampoco tengo fichas que apostar
me tiro a la cama y me pongo a hablar
estás en el borde, jugando con un peluche
Te aviso que está sucio
y lo tocás igual

Y la chica sigue yendo al río
mordiéndose el labio
preguntándose sin buscar respuestas
hunde su mirada en el agua como su miedo en la garganta
no la deja actuar

Y esa chica
es tu amiga
no la mía

Y vos doblás tus piernas y rebotás sobre el colchón
para mí no hay gravedad
cuando estás acá

Quiero dormir con vos y nada más
quiero dormir con vos, nada más

Y como yo tampoco tengo fichas que apostar
te miro a los ojos y te invito a cenar
estás en el borde, comiendo chocolates
Te aviso que no vas a responder
y no respondés, igual


lunes, 12 de octubre de 2015

Las estaciones



Las estaciones
(por Emilio Nicolás)






Camino por tus calles como si no las hubiera caminado antes. 

Rebautizado, con mi propio nombre, navego el mar de concreto alguna vez caliente, hoy helado en primavera. 
Solías llevarme del brazo y yo vivía refugiado, eras mi guía, eras mi Orfeo encadenado. 
Y yo, en la sequía de un invierno que no termina, aún esperando por florecer, aún desnudo, pero navegando.
Oh sí.
Y en mi más sincera desnudez nada se escapa de mis huesos, excepto vos. 
Afortunadamente. 
Me sopla el frío y no hay abrigo y yo sonrío y digo que alguna vez, alguna vez lo he sentido; nunca supe del calor, ni cuando nadábamos en el río. 
Y dejo que el viento me empuje fuerte, de nuevo a tu casa, y me gusta decir que resisto, que las avenidas con sus calles peatonales me ven luchar contra la corriente mientras en el cielo los globos salen disparados y alguna gente. 
Y los autos pegan bocinazos y ¡Vaya si tendría razones para gritar de miedo, tiritando! 
Podría mirar detrás de mi espalda o incluso adelante, podría buscarte a diestra o imaginar que venís por siniestra; en tu territorio soy una fácil presa.
Pero acá estoy, en mi desnudez más honesta, caminando más Narciso que nunca, sin necesidad de verte para apuntar hacia la parada, parar el colectivo, subirme al barco de Caronte y sentarme al fondo, bien al fondo de la hilera de asientos para salir del Hades escuchando música bien fuerte, y siguiendo el ritmo con las piernas y los dedos golpeteando mis rodillas mientras paso por tu casa... y me cago de risa.



viernes, 9 de octubre de 2015

Neil's farewell


Neil's farewell
(por Emilio Nicolás)





Conozco películas que te harían llorar. Conozco películas que si las vieras... pero que estoy seguro de que, si no era por mi mano, nunca te iban a llegar. 

Conozco películas que, al terminar, te encontrarían hundiendo la cara entre almohadas y humedeciendo todo con mocos y lágrimas y ahogándote hasta ponerte rojo, de no poder respirar. 

Conozco películas que, si las vieras, revelarías en el cuarto la fragilidad que nunca mostrás, pero no me abrazarías, porque nunca, jamás, cuando te emocionabas me corrías a abrazar.

Conozco películas que, al terminar, te harían saltar de alegría como el niño grandote que siempre fuiste, y hablarías aplaudiendo y agudizando tu voz, de una manera tan ridícula que a mí solo me podría -o pudo- gustar. 

Oh, sí, conozco películas porque desde hace meses tengo mucho más tiempo libre, para ponerme a buscar.
Y las miro en lo oscuro de mi cuarto, de mi soledad. 

Conozco películas que cuando terminan me escuchan suspirar; el corazón se me sale del pecho y quiero escribir sobre ellas en dos reseñas: una para los intelectuales y otra... para imaginar que algún día te veo de nuevo y te las voy a contar.

Conozco películas que miraría con vos una y mil veces, pero que llegaron un poco tarde, justo al final.

Conozco películas que pudieron ser de los dos, pero ahora son mías, y supongo que ahora solo eso importa, y nada más.




martes, 6 de octubre de 2015

Tenue, tenaz



Tenue, tenaz
(Por Emilio Nicolás)




Para Ángela, en su día



La lluvia, cuando es verano no está tan mal. Susurré mientras la veía caminar. Sin saber hacia dónde iba, y supuse que ella tampoco conocía a dónde la llevaba su andar.
Sobre un claro en el bosque, mojaba sus pies cual gacela sin miedo, pero su mirada escondía la presa de un depredador infinito, inacabable. Seguí sus pasos, tras ella, en la curiosidad inocente; mojé mis pies en agua fría, para conocer su destino.  Mas ella no giraba su cuello, por donde caían sus largos cabellos oscuros, ella seguía el sendero, aunque fuese incierto, y la cruzaban los rayos de sol que se infiltraban desde lo lejos. 
Y así la seguí, por un día entero, y por la noche la iluminaban de las luciérnagas, sus destellos.
Cuando el amanecer pintó de rosa la espesura y todo era una derretida y viva pintura, en aguados tintes de azul universo, de fulgor violeta y de rojo fuego, ella detuvo el paseo y yo me detuve unos pasos atrás, admirando su expresión de vehemente recogimiento.
Giró de pronto, su cuello y me sonrió, yo había sido su escolta durante todo este tiempo. Cuando por fin todo se iluminó, ella desapareció en un destello, buscando lo mismo que busco, persiguiendo (sin detenerse) y con calma, un (uno solo, solo uno) sueño.




viernes, 2 de octubre de 2015

Inocencia Perdida



Inocencia perdida
(por Emilio Nicolás)




De eso se trataba, entonces
Un momento de suspensión, que a nada llevaría
un alquiler
por mil doscientos días

Me pasaste el fernet
y la coca estaba fría
en el aire hacía calor
¿Y ahora qué hago con mi vida?

Sentado, en la cocina
mientras  todos esperaban
hijo de la embriaguez, dormías
y entre sueños balbuceabas
decías

que no eras feliz con la vida que tenías

Te sacudí, te vi la mirada perdida
¿Y cómo no supe ver
que tenía contada la estadía?
Supongo que me dormí, también

hundí la nariz
en un vaso de agua fría

Me tomé lo que quedaba del fernet
mi cabeza latía
y sonreí a la luna
y te dije que eras mi vida

¿Yo dije eso? repetías
y te acosté en la cama
mientras asomaba un nuevo día

Todo tu reino, todo tu cuarto ordené
como si ordenara mi vida
y me recosté, rendido, a tu lado
a tu cuerpo sin vida
sin saber que ya palpitaba
allá, escondida
la recóndita agonía
de una cuenta regresiva




lunes, 28 de septiembre de 2015

La casa oscura



La casa oscura
(por Emilio Nicolás)







Alguna vez fui rey de tu casa oscura
a ciegas bailé sobre mi trono, con las luces apagadas
y reí mientras todo, entre paredes flotaba y se escurría
los cuadernos, los almohadones, los gatos siameses, las películas

Y cada tanto, muy cada tanto me veías
porque cada tanto, muy cada tanto 
cuando la música sonaba que hacía grietas por todos lados
agarrabas el flash que tenías guardado y lo encendías

Intermitente, mirándote, con las pupilas hacia arriba

[ Tan inocente ]

bebiendo de la más helada, la más fría 
margarita

Yo tan feliz en mi reino en la casa oscura

donde nada podía oírse
por los ruidos ahogados
en mis oídos

donde nada podía ser descubierto
por el flash apuntando directo
a mi retina



sábado, 26 de septiembre de 2015

Vos y yo

Vos y yo
(por Emilio Nicolás)







A donde se haya ido tu identidad del pasado
la mía se fue con vos
donde estábamos frente a un escenario, los dos sentados
en una noche de mucho calor
Un hombre, un extraño, se desnudaba sin estupor
vos lo miraste, cuidaste mis ojos y dijiste
¿perdón?
Debilitado ante tu ingenuidad yo... yo
contuve la risa lo más que pude pero fuiste excepción
y a mi rol de adulto letrado en una risa ahogada le dije adiós
¡Ah! Las noches, durante dos semanas, en Córdoba fueron así
No había peligro, oscuridad y ardor
las calles empinaban hacia arriba y en el silencio
en el silencio
así como te recuerdo
éramos vos y yo 


 

lunes, 21 de septiembre de 2015

Coldwave (A single moment was enough to create this)



Coldwave
(A single moment was enough to create this)
(por Emilio Nicolás)









Ya está concluido, cerrado el proceso. Fue un trabajo en conjunto, por fin. Sí, por fin hicimos algo juntos. Pero el resultado final está fuera de tu alcance. De todas formas dudo, que tengas principios para elevar una sola útil observación. 

Ahora yo lo miro. 

Ahora, sí, lo estoy mirando. Se hamaca sobre una cama nueva, con un colchón de resortes. Sus pies no llegan al suelo, pobrecito. Sonríe, con la lengua afuera, es inteligente, señor Frankenstein, nuestro nuevo invento. 

Sí, porque ahora el muchacho sale del baño, cerrando inútilmente el botón superior de su jean y piensa lo mismo que vos pensarías ahora. Pero, dejame decirte que yo tengo un poco más de criterio y ahí está, nuestra criatura, simulando un potencial tan escaso como el tuyo, como el nuestro. Adentro se encierra una bestia, un demonio más allá de nuestro entendimiento. Pero el muchacho jamás lo notaría y no parece importarle su expresión de enajenamiento y lo toma en brazos y lo envuelve en sábanas y ahí está, haciéndolo suyo, como cada muchacho diferente, cada día. Como cada momento.

Y miralo, a nuestro experimento, saltando, gimiendo, sudando y absorbiéndolo todo. Tal como hiciste alguna vez, cuando apenas iniciábamos el proceso. Ahora el muchacho lo puso de espaldas y lo aplasta con todo el peso de su cuerpo. Sí, es algo masoquista nuestro nuevo niño ¡A que lo dabas por cierto! Con cada puja, con cada movimiento, nuestro hijo, por así decirlo, está llenando el vacío profundo y hueco que plantaste cuando saliste corriendo. 

Aquel día, el laboratorio se puso frío y negro y el embrión expulsó burbujas a borbotones, dentro de su cápsula de ensueño. Y al cabo de unos segundos ya estaba fuera. Ya estaba dentro. Me pregunto desde dónde estarás ahora, viendo esto. 

Ahí está, nuestro pequeño, una vez más, saltando, como si jugara, sobre otro miembro. Lo atraviesa una y otra vez como una espada directo al pecho. Pobrecito. Suda una vez más, se agita cuando exhala y cierra fuerte los ojos cuando toma aire, como si inhalara veneno a sabiendas de lo que está haciendo ¿Alguna vez sentiste algo así? 

Las ventilaciones dejaron de funcionar, entonces, en todo el establecimiento, me miró y me rogaba por un poco de aire con sus ojos sedientos pero no pude darle nada, porque confiaba en que estarías el día del nacimiento. Yo no estaba preparado para tanta responsabilidad. Para tato sufrimiento. 

Ahora tengo todo claro: Para que naciera, era necesario que tu máscara cayera al suelo, que abandones todo y me dejaras atónito, cual detective, buscando las pistas de tu repentino cambio, de tu arrepentimiento. Sí, vos sos el padre principal de este nuevo invento. Miralo ahora, succionando a otro muchacho hasta la garganta, sin soltarlo, como si no necesitar tomar aliento. La saliva caliente cae a chorros, sobre el suelo y el muchacho no parece resistirse a darle, de esa forma, todo el sustento 

¡Se lo está comiendo! 

Pero el muchacho, de nuevo, toma control de todo y hace lo que quiere con nuestro pobre invento hasta acabar por agotarlo, por llenarle el estómago y dejarlo ahí, tirado en el suelo. 

Menos mal que recobra energías al instante y se prepara para otro encuentro. 

Me pregunto si estarás tan orgulloso como yo. Nuestro invento ahora ni se percata de que se rompió la calefacción y ahora hace en la habitación un frío tremendo. Según mis investigaciones su sangre se enfría cada vez más con cada encuentro. salió al padre ¿verdad? Sin embargo yo creo que este es, aún, un embrión, la inconclusa etapa de una nueva criatura que emergerá cuando termine el invierno. Mirala ahora, mirándose al espejo ¿Me veo bien? ¿Me extrañaste todo este tiempo?









viernes, 18 de septiembre de 2015

A Claudia



A Claudia
(por Emilio Nicolás)





Por acá los chicos juegan en el patio del recreo y yo espero a que entren para otra que otra jornada de trabajo continúe. Desde que ocurrió todo ahora trabajo más, podría decirse que son muchos, los que ahora tienen que agradecerle a su hijo mi disponibilidad más amplia, empezando por mí. Aunque solo sería una excusa para volverlo a ver ¿sabe?

Desde la ventana veo al sol radiante y siempre que percibo sus rayos de luz, infiltrándose entre las ramas y hojas de algún árbol pienso en el río... o mejor dicho, en un río, uno cualquiera. No, uno cualquiera no, uno donde hayamos estado alguna vez, y lo pienso caminando, así medio torpe, apresurado, como solo sabía caminar, y lo pienso con sus lentes de sol que me causaban gracia. Lo pienso, todo el tiempo.

Seguramente ahora la estoy utilizando como una excusa, una ventana para asomar la cara entera, con los ojos cerrados, y volverme a esconder. No quiero saber nada. Nada de nada, pero quiero estar ahí, de nuevo, quiero volver. Cuando, por las noches, me recuesto en la completa oscuridad sobre mi nueva cama (oh, sí, tengo una nueva, de dos plazas de hecho, ¡Todo el cuarto está nuevo) imagino de golpe, de nuevo, su entrada... la de su casa. Imagino el portón, completamente cubierto, imagino las macetas justo frente a mis ojos, y la ventana siempre con la persiana cerrada. Imagino la pesada puerta, con la cerradura rota, imagino el garage, la ropa colgada, el aro de basket... y sigo caminando a mi izquierda y salgo a la luz del sol... el baño detrás mío y por delante su puerta. Y tiemblo 

¡No sabe cuánto tiemblo! ¡Miles de preguntas van y vienen, de nuevo! ¡No me dejan en paz!

¿Cómo fue capaz? Pasaron tantos años, tantos días, tantos momentos en que, en cámara lenta bajo el sol de algún verano yo acariciaba su brazo y dialogábamos sobre alguna pavada, yo lo aconsejaba para que no fuera tan ingenuo, yo lo miraba a los ojos cuando le hablaba. Yo no me acercaba mucho, en realidad, no corría a abrazarlo ni lo besaba, pero ¡Cuánto puedo jurarle! Cada segundo al lado suyo yo me sentía seguro y pleno y ahora no hago más que taparme hasta las narices y pensar de nuevo en cada centímetro de la casa y temblar de miedo.

¿Acaso el mundo es así de siniestro? He de decirle que si el mundo aún me da razones para recordarme lo filosas que son sus rosas, yo todavía no me pongo los guantes de cuero, riego las plantas con mi sangre y las dejo florecer, mientras las miro de lejos. Quizás sea el equilibrio perfecto, ¿será? 

Para algunos el destino es incierto y para otros... para otros acaba siempre igual, y nos esforzamos por no saberlo. Me pregunto cómo estará su pierna ¿está haciendo el tratamiento? Acá vienen los chicos a saludarme ¡Como si fuera que no nos hubiésemos visto antes! Si me viera, ahora, Claudia, usted, que me dijo alguna vez que yo era como su hijo, ¡Cuán orgullosa estaría en este momento!

Lo difícil de todo esto es elegir extrañar y no querer acercarme, porque el miedo no se va, porque su hijo tampoco, de mis recuerdos ¡Y mire que lo intento!


Y la sirena se volvió pez



Y la sirena se volvió pez
(por Emilio Nicolás)





Y el bosque se abre de par en par en la noche. Un tenue rayo de luz de luna me deja ver hacia dónde voy, aunque no tengo idea, yo solo voy.
Voy asustado, perdiendo el ritmo de mis pisadas violentas, perdiendo el control. Tanto tiempo haciéndome tu mascota y ahora huyo del hogar que me acogió, como si fuera a encontrar algo más.
Pero heme aquí, iluminado por un solo fulgor, libre al fin y presa del miedo de la no noción. Cientos de rugidos se oyen a diestra y siniestra, yo solo voy. Adiós a tu mano sobre mi cabeza, adiós a dormir sobre tu rodilla y girar las órbitas de mis ojos en torno a tu mentón. Adiós a tu mirada al horizonte y no a mí, adiós al calor.
Y el bosque se abre de par en par y siento el frío de mi propio sudor, el aire se corta en mi garganta y me hace jadear, jadear una vez más y caer. Respiro la tierra y el pasto acaricia mis mejillas enrojecidas mientras tomo aire, saboreo sangre y sueño con que vas a volver. Mis ojos se cierran y pierdo la razón, los rugidos no paran, hay peligro a mi alrededor.
Soy una cosa diminuta en la vastedad de la que tanto tiempo me escondí. No más refugiarme bajo tus sábanas, no más cerrar mis ojos al calor de  tu pecho, ahora la tierra me abraza y me pongo de pie, sacudo mi cabeza y la suciedad vuelve a caer. Allá sigue el fulgor y de nuevo yo corro, lejos de vos, lejos de la mentira de la seguridad que albergaba tu falso amor, hecho de sordidez; lejos de tus silencios ahora abrazo cada rugido que amenaza con matarme; lejos de todo, lejos de lo que solía ser...


 

viernes, 4 de septiembre de 2015

Andate





Andate
(por Emilio Nicolás)




Andate, juntá tus cosas y andate
Andate, por lo que más quieras
detené el palpitar en la cabeza, tomá aire y relajate
Salí a fumar un pucho si te distiende
salí conmigo, no pasa nada, no viene
¿O ese el el problema?

Andate, haceme caso, 
por lo que más quieras
Andate, ya está todo guardado, 
aún falta para que amanezca

Andate, que el sol se pone
y los trenes están rugiendo
Andate y que no te importe
que atrás tuyo nadie
nadie
va a ir corriendo

Andate, no va a detenerte
Andate y que vea lo que se siente
Dejalo solo, se lo merece

Ahora te estás yendo
con el sol cuando atardece
Apretás las cintas de la mochila
con los puños, bien fuerte
y te subís al colectivo y mirás para atrás 
yo te dije
Andate ahora y no vuelvas
No vuelvas
Andate, por lo que más quieras
Si te querés a vos mismo
Lo vas a hacer sin que después
te arrepientas