viernes, 31 de julio de 2015

21




21
(por Emilio Nicolás)





Dos más uno
y el uno soy yo
Un parto nocturno
con un año de antelación
Veintinún momentos
o veinte y uno
que siempre faltó
un veinte naciste
un veinte murió
y al día revivo
al día nació
y hoy está en mis brazos
el que se queda soy yo
Veinte, con un cero
el vacío sos vos
Veintinún segundos
Veintinuno de octubre
más un mes
o dos
cuando vos ya naciste
cuando ella nació
cuando todo ya está muerto
cuando dos más uno
uno soy yo
y dos
dos 
dos extraños
dos confusos
dos perdidos
dos infelices
sos vos




Diluvio




Diluvio
(Por Emilio Nicolás)







Me detuve, apoyando con lenta moción 
mientras las tibias gotas traspasaban el tejido de mis ropas
mi espalda sobre el blanco paredón
me pedí permiso para humillarme, mientras cantaba 
por lo bajo
una canción

(¿cómo me dejaste
exponer así?)

y la calle se inundaba de a poco
no como esa noche, no como ese verano
no como ese río desbordado
que nos llenó de emoción

(vos y yo despidiendo el año)

Esta vez yo estaba conmigo, sonriendo en soledad
en la degradación de haber olvidado quién soy
o de haberlo recordado con claridad bajo un cielo
que ya no tiene sol

Y esperé y esperé y me dije a mí mismo
mientras goteaba mi llavero sobre mis pies
¡Todo siempre me estuvo planeado, todo me fue armado!
¡Qué idiota soy!

Y volví caminando, esquivando charcos 
que eran del color del lodo, nunca rojo siempre marrón
y te recordé y te soñé al lado mío
corriendo bajo la lluvia como dos idiotas
o mejor dicho, como el idiota que soy


(vos y yo en la entrada de esa casa
tomando fernet, envueltos en el calor)

¡Tanto dejaste pasar! ¡Tanto aletargaste el dolor!

Y ahora la noche sigue con el cielo nublado
y ya no puedo ver lo que hay detrás
solo un fulgor opacado por un gigantesco nubarrón
Al que le hablo y te llamo y te pido conmigo
pero si no lo veo ¿quién va a escuchar mi oración?

Y recuerdo la última vez que te vi
ese último beso y me fui
sin tener una mínima noción
la tormenta se avecinaba y no volvería el sol
¿Qué pasaría si viera de nuevo tus ojos
esta vez con distinto color?
Se detendría el mundo y en un segundo, 

en un 
simple 
segundo

mil millones de agujas apuntarían, 
mientras cerrara mis ojos por única vez
a mi cansado, y aún vivo, corazón



martes, 28 de julio de 2015

El huevo de Némesis





El huevo de Némesis
(por Emilio Nicolás)







Oyendo a Némesis en la oscuridad
es ella, en verdad, quien me escucha a mí
Mi voz se hace eco y me hace dudar
Si al tocar mi rostro soy yo en realidad.

Me dieron a mí lo que a Casandra no
amanece, el claro de la credibilidad
mas está frente al espejo su ingenuidad
de gritar sin escucharse a sí mismo
la nociva verdad

Oyendo a Némesis en la oscuridad
La aciaga traición que no quiero aceptar
Los besos, la mirada enamorada hacia otro lugar
y yo cierro mis ojos y quiero olvidar

Me dieron a mí lo que a Casandra no
la alianza de un pueblo que sabe juzgar
mas en el enemigo elijo confiar
y en los brazos de la mentira prefiero yacer
sabiendo que sé amar

Aunque nadie lo pueda comprobar

Oyendo, así, a Némesis en la oscuridad
la venganza toma por fin, su lugar
me escupe en los labios, amargo sabor
Clitmenestra ahora, enardecido, soy

Porque no soy uno, ni dos, ni tres
soy, frente a toda tu ignorancia, la misma entidad
de tu confusión ahora, de poco saber
de poco añorar
de poco amar

De vivir sin piedad

Oyendo, por fin, mi propia voz
el ansiado suspiro del orgasmo reivindicó
y del hombre en la cueva, del huevo en mis manos
Helena nació
(las ruinas de tu pobre ciudad)
riendo
en la oscuridad

De nuevo soy yo


domingo, 19 de julio de 2015

El lazarillo ciego




El lazarillo ciego
(Por Emilio Nicolás)




Para Nicolás






En la ciudad de los silencios, lo conocí una vez. No había más que perros, cuya carne asomaba y no los huesos, por doquier.

En los pasillos había sangre y en las escuelas, también. En la oscuridad de la noche, entre teclas y risas yo lo amé.
Mas su aparente inocencia, de niño torpe, ignorante; no fue más que un espejo que atravesé, como se hace en las segundas partes.
Y ahí estaba yo, el lazarillo ciego, o ahí estoy. En la ciudad de los silencios, donde lo conocí una vez.
No hay más que perros, cuya carne asoma y los huesos no; y cuando corro bajo la niebla, que es cenizas
escucho sus risas
y me pierdo.


Y como aquellos acertijos que alguna vez resolvimos, ahora uno las piezas, y en el dolor, me eximo.



Y la música suena, es todo lo que percibo. Es la música que alguna vez conocimos. 

Y corro en tu dirección y te llamo en silencio. Te llevo conmigo, te sujeto la mano y siento el dolor. 
Te veo tan perdido y me estremezco yo, quiero salvarte y cuando te alcanzo, cuando te encuentro
el que corre peligro soy yo.


Y así, en la redención, caigo a tus pies en un charco de sangre. De entre mis rodillas asoman mis manos, anonadadas

espinadas
y levanto la cabeza para mirarte.
Ahora soy yo quien está del otro lado.
Con los ojos abiertos
Y el perdido sos vos.




¡Cuánto dolor! Dijo el lazarillo ciego

cuando por fin vio







jueves, 16 de julio de 2015

Ready, player one



Ready, player one
(por Emilio Nicolás)





Y yo solía admirar
tus múltiples personalidades






Una noche de verano
no, no ese
otro
uno que no conocés
uno lejano
entré dando pisadas
fuertes, como nunca lo habrías
imaginado
y las músicas eran parecidas
tan pixeladas
tan electrónicas
tan dibujadas con terciopelo
con neón azulado
con pleno día en plena noche
a las de aquella vez
cuando te obligué a jugar
a que estabas enamorado

Pero como te digo
esta era una noche de verano
no, no ese
otro
uno que no conocés
uno lejano
yo era diferente
no era el mismo quieto
de aquel fin de año
cuando los fuegos, arriba, brillaban
en el cielo estrellado
y nosotros dos
dos
dos
dos niños
alcoholizados
jugábamos


No era como te digo
era diferente
yo no era un espectador
admirador
fanático
como quieras llamarlo
viéndote
fascinado
a vos y a tus múltiples personajes
cómo sabías manejarlos

Uno tras otro
los enemigos
caían derrotados
y vos
enardecido
enajenado
presionabas con fuerza
uno por uno los botones
hasta verlos destrozados

y yo te contemplaba 
tan enamorado
y ¡Ah!

Ahora estaba del otro lado
y aquel muchacho del mar me llevó
bien tarde, en la noche
lejos de los suburbios
a los centros fríos y milenarios
de una ciudad de hielo en el aire
y olor a verano

Me puso la mano en el hombro
me miró con los ojos
entrecerrados
Apreté los puños
preparado
su barba se enredó con la mía
su lengua jugó con mis párpados
su cabello rizado se hundía
entre los dedos de mi mano
y lo miré
jugando a estar enamorado
como aquella vez ¿recuerdas?
Aquel verano
Aquel fin de año

Pero este era otro
Uno diferente
Uno que no conoces
Porque ya no estabas
Ni a la izquierda ni a la derecha
Era yo ahora
El enajenado

Los colores infantiles
siguieron brillando
Y los niños de la noche
seguían corriendo
para todos lados

Y se cerró sobre mí, el estadio
y él me admiraba en silencio
tan maduro
tan no vos
él era el yo
de vos y yo, jugando
a estar enamorados
y yo era el idiota
el jugador número uno
el privilegiado

Te comprendí por primera vez
Mirame, miralo
Cerrado en mí mismo, viendo a los enemigos caer
hasta dejarme extasiado

El muchacho del mar sonreía
y yo lo miraba, sonriendo también
transpirado
pero no
No había complicidad
pensé en vos
y en tus múltiples personajes
tu desnudez indefinida
tu estado siempre inacabado
y en cómo yo pude, solito
siendo yo mismo
habiendo a un personaje
sí, a uno solo,
(a Shermie) 
seleccionado









viernes, 10 de julio de 2015

... y un mediodía Nico se fue

... y un mediodía Nico se fue
(por Emilio Nicolás)





El problema no era mi yo estático. El asunto era la mano del cambio.
Idiota de mí, que necesité de ese empujón para salir y ahí me encontré, en el ascenso, en la cima de un cerro que nunca escalamos y entre nubes gigantes sobre mi cabeza.
Y sobre la tuya.
Y era mediodía y las miramos
asombrados
sonreí al sol, enajenado
Y no dejé de agradecer

[ de eso no me arrepiento ]

no dejé de girar en torno a vos y agradecer.


Todo lo que hice.
Ese mediodía de verano.

El problema no era yo, flotando entre masas. El asunto es que eras vos.
Todo el tiempo eras vos.
Yo era vos.
Yo dependía de vos.

Y cuando me vi en lo alto, mis pies tambaleaban sobre las rocosas cordobesas 
y abajo no se veía nada.
Solo verde, solo lejanía. Y ya era tarde para bajar por mi cuenta. 
Pero era feliz.
Allá en lo alto, donde nunca antes había estado
fui feliz

Y sonreí.
Y reí.
Y la vida corrió por mis venas.
Y la brisa de verano
trajo consigo una nube gigantesca
y levanté la mirada y temí
y temblé.

Porque te pregunté ¿y ahora cómo bajo?

y no estabas más.

sábado, 4 de julio de 2015

El don del entendimiento



El don del entendimiento
(por Emilio Nicolás)







Al pie del muelle lo vi, sentado, y le pregunté
qué había pasado
me respondió con el murmullo de la espuma
empujando los pilares, acariciándolos
la espuma de un río rosáceo
un río que alguna vez
nadamos

Al pie del muelle lo vi
un muelle bajo
crujiendo
oliendo a barro
Al pie del muelle lo vi, sentado

Y le pregunté qué había pasado
agachó la cabeza
apagó un cigarro
Sus ojos escondían tanta sabiduría
que nunca venía al caso

Y el sol se puso rojo
el interminable ocaso
y él ansiaba por la luna
para pedirle algo

Pero al pie del muelle lo vi
susurrando
algo
una canción
una nostalgia
un ahogado
muy ahogado
llanto

Al pie del muelle lo vi, sentado y le pregunté
qué había pasado
lo vi maduro, cambiado
había aprendido algo

Algo más

su mirada había cambiado

Mas no me dejaba contemplar
tan temple del mismo humano
cuyo don del entendimiento
siempre actúa errado

Al pie del muelle lo vi, sentado y le pregunté
qué había pasado
sonrió casi sin ganas
mi reflejo y me dijo
que no eran malos los cambios
que me levante y camine
que ya no había
más cigarros