jueves, 6 de marzo de 2014

Las aguas de humo





Las aguas de humo
(por Emilio Nicolás)





Me convertí en un muro, o bien asumí nuestra condición. De pronto no me parece tan arraigado este papel de calcar que quise llevar con ligera facilidad como armadura. ¡Qué tonto fui! Pensar que sería más sensato salir a batallar desnudo y sin siquiera un puñal. Heme ahora, rechazando a quien antes fui y quise así mantenerme para ahora sonreír y decidir qué pensar. Si de pronto me urge reencontrar la verdad (pero la verdadera, no las demás) únicamente he de hallarla en mi soledad. Para quienes tengo en frente antes de la cruzada de turno no soy más que un espejo que con empatía baila cuando tiene que bailar y abre su paraguas si de pronto comienza a lloviznar. 

Dejo de ser transparente y ahora soy el actor que la situación lo requiera, para los demás. Y si me alejo de pronto no se asusten, caballeros, lo hago porque, cuando mi piel comienza a azularse y de pronto me falta el aire y comienzo a toser y me parezco ahogar, me atraganta el humo que expelo para no dejarme ver en realidad. Y disperso las nubes y me siento sobre la orilla de alguna laguna tranquila, donde mi rostro se refleja y le digo: Hola ¿Cómo estás?







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