Humanos, todos
(por Emilio Nicolás)
Ahora soy yo el que se suspende
con los brazos, por fin flojos
nunca más tensos
y las manos por primera vez
no están sosteniendo
nada
Y mis piernas que soportan los pies que pisan tan fuerte
tan fuerte
que duele
ahora por fin se suspenden también
no hay gravedad
no hay músculos tensos
no hay gravedad
Y con los ojos abiertos contemplo
desde adentro
la cúpula de una basílica invisible construída en la mitad del universo
sin estrellas
A veces no sé si estoy con los ojos cerrados
si las tinieblas me han cubierto
o si me he quedado ciego
Y no hay sonido para confrontar el enigma
no hay llamado, ni estrella fugaz
Me suspendo
Y río
Soy uno más
Soy uno más, sí
Yo no me salvo, es más
Voy directo al infierno
Y miles de hojas
me rebanan entero
y sigo riendo
Puedo acostumbrarme a esto
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