sábado, 22 de agosto de 2015

Tres carpas



Tres carpas
(por Emilio Nicolás)






Tres carpas nadan en círculos persiguiendo sus colas. Las tres, estúpidas, haciendo el mismo recorrido una y otra vez al mismo tiempo.



Aunque el espejo diga viejo yo sigo teniendo este cuerpo. Las cortinas huelen a nuevo. Una nueva explosión inunda el cuarto y por un segundo, por uno solo, muero.



Tres carpas nadan en círculos persiguiendo sus colas. Las tres, estúpidas, una es la líder, nadie podría adivinar cuál de las tres es.



Por un segundo, por uno solo, muero. Recupero el aliento y sonrío. Casi me tumbo mientras los fuegos se apagan. Agacho la cabeza y me sostengo sobre su pecho. Contemplo sus vellos, le sonrío y me sonríe también. Hoy las cortinas huelen a nuevo, y me encanta.



Tres carpas nadan en círculos, persiguiendo sus colas. Las tres, estúpidas, una es la que nada con los ojos vendados, pero la corriente que genera la líder la lleva a nadar siempre para el mismo lado.



Y al otro día el cuarto vuelve a oler diferente ¡Ah! La juventud existe aunque los huesos sean de barro. La explosión lo inunda todo de nuevo y me recuesto sobre mi costado para observar al sol ponerse de mi lado.



Tres carpas nadan en círculos, persiguiendo sus colas. De la tercera no puedo hablar, porque no la distingo. 



Su brazo rodea mi cuerpo, comenzando por mi cadera. Sonrío sin mirarlo, pues le estoy dando la espalda. Respira sobre mi nuca mientras su cuerpo entero sigue latiendo con fuerza. Hoy huele a otro hombre (o a dos) y me encanta.



Tres carpas nadaban en círculos. La tercera se dio vuelta y abofeteó al líder que abofeteó a la de los ojos vendados. Y la sacó del estanque, la sacó volando.



Y las cortinas cambian su aroma, como las explosiones renacen, una tras otra. Salto, sobre sus piernas, repitiendo los pasos mientras me agarro de sus brazos. Me mira a los ojos, ardiente. Yo veo a su espejo donde me encuentro adolescente. Y me encanta.



Tres carpas nadaban en círculo. La carpa líder llora mientras la tercera se aleja. La que tenía los ojos vendados fue a parar a un gran lago y se le cayó la venda. 



Se pone el sol mientras duermo sobre el regazo de alguien. Sonrío. Siento, por fin, la libertad y sonrío.



La carpa que ahora ve, descubre la libertad, y le encanta. La líder ya no tiene quien la siga ni a quien seguir. Y se queda llorando.




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