viernes, 19 de octubre de 2012

Caracol



Caracol 
(por Emilio Nicolás)





Si de pronto detengo la música
en esta enorme espiral pecera
giro los ojos hacia las paredes
como si pudiese ver 
más allá de ellas
y agudizo mis oídos
capturando los sonidos
afuera el planeta
susurra y grita mil ruidos
que se mueven, ondulantes
pero no penetran
los muros de este espiral
con piel rasgada construido

Y si de repente
la curiosidad corroe mis venas
despierto al gato con mis pasos
aún cuando piso con medias
y me dirijo al ventanal
deslizándome cual ente
y con los dedos, suavemente
abro camino entre cortinas
la luz  del día que ilumina
mis retinas, que arden
recién nacido, nuevamente

Allá caminan
y allá corren
La profesora de inglés
aquella vez
ah... esa vez
Caracol, me dijo
la desgraciada
¿Qué? ¿No te ves?

Retrocedo
No me doy cuenta
piso la cola del gato
que, por la misma curiosidad que lo atormenta
quiere espiar conmigo
a quiénes pasan por mi casa a cada rato

Lo lamento, susurro
como si temiese a ser escuchado
se lame la pata y se queda mirando
me tiemblan los labios
la puerta palpita

Caracol, me dijo
no por lo lento
sino
por esto
por los muros
que son y que fueron
mi prisión y mi refugio
durante tantos años

Ahora no es la puerta
sino que lo es todo
la cocina
el cuarto
el baño
se mueve despacio
se cierra
se abre
se encoge
me encojo

Y el cerrojo, bailando
lo detengo
cierro mi mano
Caracol, me dijo
no te encierres
no te escondas
no te hagas a un lado

Y yo, que dejé que sus palabras
tengan habitación propia
en esta espiral pecera
ahí quedaron, rebotando y rebotando

y salí
oh, ¡Cuántas veces!
y di una, dos
tres mil vueltas
y termino en el punto de partida
siempre
Siempre encerrado




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