martes, 16 de agosto de 2011

Desconsuelo







Desconsuelo
(por Emilio Nicolás)







Entonces se dio vuelta
e imaginó que me estaba mirando
a la distancia las señales
que aún podían elevarse al cielo destrozado
penetraban en aquella cabina que enviaría de nuevo
el resultado

Y yo desde mi sitio
ante el fulgor anaranjado
del aparato brillando en mis manos
la tapa que se abre
su foto
su rostro algo azulado

- Ya no me queda tiempo, y miro hacia abajo
y finjo que te estoy viendo

A mis espaldas la gente se preocupaba
por avanzar hacia el centro
mientras más rápido lo hacían
más valía aquel intento
yo sin embargo me lamentaba
me lamentaba, sí
pero en silencio

Las letras se dibujaron una por una
y realizaron el mismo recorrido
pero al inverso
Subieron desde algún canal invisible
y atravesaron el cielo
cuyo no sé cuánto (pero mucho) por ciento
se desplomaba sobre varias cabezas
de inocentes que allí estaban
muriendo

Supongo que aquella cabina
que no daría abasto en aquel momento
Conocería el canal que llevaría
de vuelta al texto
a sus manos, quién sabe de qué colores
de qué texturas
de qué movimientos

- No soy tan bajo
Le respondí
y miré al cielo, que antes era azul
y ahora era violeta
violeta fuerte
violeta claro
casi rosado
de tantos tonos
pero era violeta al fin y al cabo

- Ya no me queda tiempo
y repito, miro hacia abajo
y finjo que te veo
¿Crees que en algún sitio
habrá lugar para el arrepentimiento?

El fulgor anaranjado, otra vez
con su mensaje cansado a cuestas
y las estrellas comenzando a caer
una por una
destellos blancos que atravesaban el firmamento
y explotaban con fuerza aquí
allá
en cada lugar
arrastradas por el viento

- Perdóname a mí
por decir que teníamos
todo el tiempo del mundo
para volver a vernos

El fulgor anaranjado
se apagaba en el centro de mi puño
adentro
y mis dedos presionaban
mientras la energía se consumía
y no había entonces electricidad
para arreglar el desperfecto

Mientras tanto ¿Para qué correr?
El césped aún seguía verde
mientras el cielo volvía a teñirse
o lo que quedaba de él, al menos

- Aquí está amarillo
Respondió
- Y acá está enrojeciendo

- ¿Cuánto te queda de batería?
- No mucho. ¿Y a vos?
- Igual. Lo siento.

Reí solo, mientras una ráfaga fuerte
llenó mis narices de olor a sangre
a muerte y a infierno
El azufre acalambraba mi cuerpo
y me obligaba a relajarme entero

- Tirate al suelo
Le dije
- Lo estoy haciendo

- ¿Qué ves ahora?
- Un cielo violeta, a veces claro, a veces oscuro
- Hace un rato así estaba por estos lados
- ¿Y ahora como está?
- Rojo, como el fuego.
- ¿Has visto alguna vez...
- ... colores tan hermosos?
- Sí
- Supuse que ibas a decir eso.


Recordé el pequeño instante
antes del viaje con su destino
lo recordé lleno de lágrimas
con sus brazos envueltos
en mi pequeño cuerpo
Lo recordé queriéndome soltar
pero sin querer hacerlo
Le dije que su historia debía continuar
en otro tiempo
en otro pueblo
Y para consolarlo le dije
que la mía no se acabaría
pero que dejaría el capítulo inconcluso
esperando el reencuentro

Sonrió en el aeropuerto
y entonces no lo vi más
y se fue entero

- Ya no me queda tiempo
- A mí tampoco
- Miro hacia mi lado
- Y yo me estoy durmiendo
- Imagino que te veo
- ¿Estarás en mis sueños?
- Me mentiste
- ¿cómo pude hacerlo?
- Dijiste que volveríamos a vernos
- Realmente esperaba hacerlo
- Ahora el cielo se puso rojo
- Aquí... aquí está negro.







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