martes, 21 de septiembre de 2010

Tormenta


Tormenta
(por Emilio Nicolás)





Y el baile que tanto admiraban aquellos que venían a observar,
girando sobre mis propios pies se convirtió en un tornado
Y cientos de hojas llegaron para bailar conmigo y espantar a los espectadores,
que corrieron lejos cubriendo sus cabellos

Y aún con la velocidad con que me movía;
y aún con el silbido del viento
y aún con la tormenta iniciándome sobre mi cabeza
pude verlos, uno por uno, dejando la sala,
que ahora era cielo abierto y que ahora era lluvia,
todos y cada uno desapareciendo

Y quise detenerme
hice fuerza para girar al otro lado pero ya todos estaban lejos,
y yo seguía girando, más
y más rápido

Grité tan fuerte como pude,
pero los truenos opacaban mi voz con sus rugidos,
no había forma de escuchar un solo gemido
y llegada la noche muy despacio me detuve,
y caí sobre mis rodillas

Ya no había rastro de ninguno de aquellos que antes, se habían acercado a mi escenario
tan maravillados con la ternura que salía de mis ojos que solían cada tanto, brillar
y los invitaban a pasar una vez más
a mirarme bailar

Me mantuve en el suelo, apretando con mis manos temblorosas la tierra,
que ahora era barro

Y así me quedé hasta que pude recuperar la respiración

Pensé una y mil maneras de evitar esta tormenta,
pero era imposible pensar cuando todo lo que tenía en mente era mi soledad

No había nadie más
y no pude contener las lágrimas, ni encontrar una forma de cambiar
Cuando mi tormenta se acercaba el resto decidía partir
y no volvían más

Y pensé qué harían ellos en mi lugar, o qué haría yo en el suyo,
cuando nadie es lo suficientemente amable para hacerlos quedar,
o cuando alguien no es lo suficientemente tolerante para conocer de verdad





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