martes, 2 de septiembre de 2014

Espécimen predeterminado




Espécimen predeterminado
(por Emilio Nicolás)







No puedo culparte por ser humano. 



Vos no podés culparme por utilizarte para evadir mi espíritu huraño. Pero yo sí.



Atrás, los cuatro asientos  que se ven solitarios por los rayos del sol de la mañana están bañados. Afuera está nublado y yo ni siquiera estoy enterado. Yo veo los rayos del sol y me veo al final, sentado. Y me adormece la goma espuma y sonrío y me pregunto qué pasaría si te fueras de mi lado. Acaricio el vacío asiento aledaño. Miro por la ventanilla y ¡Ah! Lo que es soñar aún andando.



Sí, puedo culparme por haberte utilizado, y el castigo merezco pagarlo en cada momento que escribo poéticamente sangrando. He buscado al intelecto más ingenuo, al más aniñado, para simular que puede acompañarme en esta laberíntica prisión de sueños nunca bien justificados. A fin de cuentas nada tiene sentido, ni siquiera todos estos años que llevas caminando al lado mío (o adelante, cuando estás apurado)



Me refugié en la mentira que construí sobre tus duros pelos y tus rotas gafas de niño que no puede cuidar a su gato. Y una vez dentro busqué la verdad en otros lados. Y caminé por locales abandonados y por camas deshechas y colchones malgastados. Caminé lejos y volví para dormir y volví a encontrarte y sonreí y lloré y soñé lindo y desperté transpirado.



No. No puedo culparte por el futuro en el que no estamos. Ni yo comprendo. 



Pero gracias por intentarlo. 



No puedo culparte ni por el daño causado. Lo merezco. Yo puedo culparme por haber sido consciente todo este tiempo y aún así... aún así, nunca haberte avisado.




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