Amor
(por Emilio Nicolás)
¡Qué rápido vas, tren! Y en ninguna de las estaciones te detenés a mirar una sola flor
Yo sigo prendido de tu espalda, quejándome, como siempre, mientras te sigo, encima
limpiando tus ventanas, abriendo y cerrando tus puertas, ocupando cada uno de tus asientos
encantadísimo de hacerlo
despertando antes de tiempo, congelando mis lágrimas bajo cielo nocturno
venciendo día a día la fatiga y sonriendo, viéndote correr, tan libre, tan hermoso
cortando con todo el filo al pobre viento
cansado y enamorado
apresurado y aún así, lento
estoy caminando por tus vagones
encantadísimo de hacerlo
sin que siquiera lo notes